viernes, 3 de julio de 2009

Capítulo I - Morenaza Fantástica

Una vez tuve un gran día. Tuve una entrevista de trabajo, aunque a veces no se sabe muy bien quién es el entrevistado. Me levanté temprano, desayuné mis dos huevos, con bacon y tomate. Leí el periódico tranquilamente. Después estuve charlando un rato con mi familia. Con mucho cuidado me puse mi mejor traje, monté en el coche y me dirigí a la entrevista de trabajo. Esto de conducir lo hice sin ningún cuidado.

La verdad es que nada fue así exactamente... Me levanté a las once de la mañana, ya que conseguí que la entrevista no fuese de madrugada; y aunque me pegué éste madrugón, algo se notaron las horas dormidas. Nada más levantarme fui con urgencia al baño y estuve hasta las doce menos cuarto escupiendo en el lavabo; cuando por fín conseguí deshacerme del tabaco me puse a desayunar. Los choco-krispies acabados, pero el paquete estaba guardado en el armario como si no lo estuvieran, no supe por qué.
Ví en un armario situado más abajo otro paquete de krispies. Menos mal. Estos se llaman race-krispies y son de colorines. Empecé a desayunar mis cereales con leche, haciendo todo el ruido que pude al masticarlos, que era mucho. Un familiar mío de cuyo parentesco no creo acordarme apareció en la cocina y se quedó observando. Mientras, yo seguía con la cabeza hacia arriba, la boca abierta y haciendo ruidos extraños mientras me resbalaba la leche por la barbilla. No pude evitar reirme.

-¿Qué haces desayunando la comida del perro?

Después de escupir en el techo todo lo que tenía en la boca pensé en la situación. En la caja de los cereales no venía ninguna foto de perros que es lo que suelen tener estos paquetes. Mirando bien hay una foto de algo muy peludo, pero pensaba que era un desayuno para jevis.

Prescindí de ducharme y afeitarme puesto que ni era domingo, ni eran las fiestas del pueblo, ni mañana Navidad, así que no venía a cuento. Eso sí, me puse mi mejor chándal patrocinado. Salí a la calle y, como se me había olvidado mear en casa corrí de nuevo al ascensor y lo hice dentro. Al salir del ascensor me encontré a una vecina de frente, que se disponía a utilizar el montapersonas meado.

-...y que todos los días se mea el mismo perro en el ascensor... – dije.

Fui andando hasta el metro, pasé por un kiosko y le quité una revista desde un lado, sin que me vieran. Hoy ha salido bien, pensé, he cogido una revista de fútbol, periodismo de calidad. Ayer me tocó una de arte o algo así, cualquiera se atreve con ella. Entré al metro y me acerqué a la taquilla. Ví a dos taquilleros vendiendo billetes de metro y tren a destajo.

- Hola, buenos días hijos de puta.- les saludé.
- Muy buenas... llevas unas zapatillas muy buenas... - me contestaron.
- Quiero un billete.
- ¿De qué?-preguntaron simultáneamente.
- De fresa, no te jode...
- ¿De metro?- insistieron.

Entre lo del sabor y el tamaño no sabía si estaba comprando un flash o un billete para el metro. Mientras pensaba todo esto ví que se acercaba una tía que estaba bárbaramente. Ella también venía a comprar su billete.

- Hola, bárbara, te invito a un metro... – le dije
- ¿A qué?- preguntó confundida.
- ¡¡¡A éste!!! – la grité mientras me bajaba los pantalones.

Después salí corriendo y aproveché la confusión para colarme sin pagar.

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